LESIONES MÁS FRECUENTES EN MUJERES EN RELACIÓN A DEPORTES DE EQUIPO

Cuando hablamos de lesiones en el deporte femenino con respecto al masculino, pensamos en la mayor incidencia lesional que se produce en mujeres, ya sea por aspectos a nivel hormonal, anatómico, biomecánico o neuromuscular.

El hecho es que, partiendo de la base de que las lesiones son producto de una causa multifactorial, tenemos la necesidad de intentar controlar el mayor número de variables posibles, de manera que podamos reducir la incidencia de estas en la deportista. Para ello, es necesario entender qué lesiones son propias en dicho deporte y a qué aspectos y factores se deben para poder analizar, profundizar, controlar y diseñar un abordaje preventivo adecuado a las necesidades de nuestras deportistas. Resulta crítico reconocer cómo y por qué se producen esas lesiones y aprender cuales son las estructuras base sobre las que diseñar un plan preventivo en mujeres basado en la evidencia.

Las lesiones más frecuentes que nos encontramos en deportes de equipo femenino (fútbol, baloncesto, balonmano y hockey) tienen relación con el complejo articular de la rodilla (ligamento cruzado anterior y tendinopatía rotuliana), complejo articular del tobillo (esguince de tobillo y tendinopatía aquilea) y lesiones musculares (complejo tríceps sural, cuádriceps y musculatura isquiosural). De estas lesiones que se dan en las extremidades inferiores, las lesiones de tipo ligamentoso son las más frecuentes.

¿Cómo se producen?

Las lesiones de rodilla, además de ser las más comunes, son también las de mayor severidad, ya que pueden afectar a la competición de la deportista durante un largo período. Dentro de estas lesiones, las más comunes son las ligamentosas, siendo el ligamento cruzado anterior el más afectado. La mayor parte de estas lesiones se producen sin contacto, siendo los cambios de dirección y los aterrizajes tras un salto los mecanismos más frecuentes

Otra de las lesiones en el complejo articular de la rodilla a tener en cuenta, son las tendinopatías rotulianas. Esta afectación del tendón rotuliano puede mantener a la jugadora en dinámica competitiva, pero con dolores, los cuales pueden ser incluso crónicos influyendo en su rendimiento.

Después de las lesiones de rodilla, son las lesiones del completo articular del tobillo las lesiones más frecuentes en los deporte de equipo femenino, siendo los ligamentos laterales los más afectados. Dichas lesiones carecen de predominancia en cuanto a si se producen por contacto o no, viéndose un número similar de lesiones en ambos casos. Por lo tanto, pueden aparecer tras multitud de acciones, ya sea tras un aterrizaje con una desestabilización previa, al pisar a otra compañera, en un CoD o por contacto directo de una jugadora rival.

En cuanto a lesiones musculares, gracias a estudios epidemiológicos previos, hemos comprobado que las lesiones de la parte anterior del muslo tienen una alta prevalencia en el deporte femenino siendo el recto femoral el músculo más afectado. Una de las teorías que implican al recto anterior a una mayor vulnerabilidad es la predisposición en las mujeres a activar en mayor medida la musculatura anterior del muslo con respecto a la musculatura posterior y, por lo tanto, a una mayor tendencia a la fatiga. Esta lesión se produce la mayor parte de las veces por mecanismo indirecto, a través de un chut o durante la carrera.

Factores a sufrir lesiones

Los tres factores principales que predisponen a sufrir cualquier tipo de lesión son:

  1. Lesiones previas: se ha visto que aquellas personas que han tenido una lesión son más propensas a volverse a lesionar Además, la recaída es más severa en cuanto a tiempos de recuperación, aumentando su tiempo de ausencia hasta un 33 %.
  2. Fatiga muscular: debe tenerse muy en cuenta, ya que esta nos lleva a cambios en las estrategias de control neuromuscular, perdiendo por lo tanto la estabilidad funcional de las articulaciones. También se asocia con una perdida de capacidad coordinativa, peor percepción propioceptiva y cambios en la biomecánica, como por ejemplo una menor flexión de tobillo, rodilla y cadera en la recepción de un salto. Resulta muy interesante entrenar todos estos aspectos en situaciones de fatiga, de tal manera que nuestras deportistas imiten esas acciones comprometidas y funcionen de manera eficiente mientras estén fatigadas.
  3. Desequilibrios musculares: tener un desequilibrio en la musculatura, en este caso, en la relación de antagonistas cuádriceps-isquiosurales y entre ambas piernas, nos lleva a un mayor riesgo lesional.
Deportes más lesivos

Además, existen variables artromusculares, biomecánicos y hormonales en las deportistas, que afectan y predisponen a sufrir lesión. Entre ellos destacamos:

  1. Una variable que cada vez se tiene más en cuenta es el ciclo menstrual, sobre todo a la hora de diseñar e individualizar el trabajo de fuerza de la deportista. Son varios los estudios que relacionan las distintas fases del ciclo con el riesgo a sufrir lesiones, en concreto en la fase ovulatoria, momento en el que existe una predisposición a tener una mayor laxitud ligamentosa.
  2. Mecánicas de aterrizaje y cambios de dirección. Se ha visto que las mujeres muestran un patrón de activación distinto al de los hombres en cuanto a la recepción de un salto se refiere, siendo menor la amortiguación en ellas. Esta alteración del patrón motor empieza a formarse sobre todo en edades de maduración sexual, aproximadamente entre los 15 y 19 años Una mala amortiguación del salto se debe a una reducida flexión de rodilla y cadera y a un aumento del valgo tras una aducción y rotación interna de cadera, lo cual provoca un gran estrés en la articulación de la rodilla. Por ello, será de vital importancia que nuestras deportistas adquieran mecánicas de movimiento correctas tanto en cambios de dirección como en recepciones de salto. Y, por supuesto, en la integración de la enseñanza de estas estrategias, será primordial trabajar dicho control en el planto frontal, ya que el poco dominio en dicho plano se ha asociado a un gran número de lesiones, especialmente de rodilla.
  3. Se ha visto también que las mujeres tienen mayor tendencia a realizar las acciones deportivas de forma más erguida, por lo que las articulaciones de la rodilla y de la cadera están más cerca de la extensión en acciones como los cambios de dirección o los aterrizajes, aumentando la activación del cuádriceps y provocando una anteriorización significativa de la tibia, comprometiendo de esta manera a la rodilla.
  4. Por otro lado, es importante optimizar una correcta flexión dorsal de tobillo para poder realizar una correcta técnica en los aterrizajes disminuyendo la tendencia a la rotación interna de cadera y al valgo de rodilla.
  5. Déficit de fuerza. Además de la predominancia de activación del cuádriceps, es importante también atender a la debilidad de la musculatura de la cadera y a los desequilibrios de fuerza entre piernas, que tienden a ser mayores en mujeres. Uno de los déficits de fuerza en la cadera muy a tener en cuenta, es la debilidad del glúteo medio, significativamente mayor en mujeres. Una aducción de cadera junto con una rotación interna del fémur compromete a la articulación de la rodilla, y es precisamente el glúteo medio quien ayuda a controlar esos movimientos, ya que es un abductor de cadera y ayuda en la rotación externa del fémur, además de proporcionar estabilidad pélvica.
  6. El sistema somatosensorial (propioceptivo). Otro de los factores de riesgo que podemos ver es el déficit propioceptivo. Una propiocepción disminuida se ha asociado con una peor mecánica del movimiento y, por lo tanto, un aumento del riesgo de lesión. De hecho, hay estudios que lo asocian con un gran riesgo para lesiones como el LCA, dolor patelofemoral y una inestabilidad crónica de tobillo. Además, es importante tener en cuenta que haber padecido una lesión, altera el sistema propioceptivo siendo necesario seguir trabajando este aspecto después de que la deportista haya vuelto a la competición. En cuanto al déficit propioceptivo en mujeres, hay diversos estudios.
  7. El control lumbo-pélvico. Es importante tener en cuenta la estabilidad postural del tronco, el cual ayuda al control de las extremidades y en las distintas acciones deportivas. Se ha estudiado que en el deporte femenino hay mayores alteraciones de movimiento del tronco (mayor descontrol) y, sobre todo, un mayor desplazamiento lateral de este, poniendo en compromiso a la rodilla. Por lo tanto, un déficit de fuerza del core (especialmente en la flexión lateral) aumentará el riesgo de lesión en nuestras deportistas.
  8. La stiffness. Por último, hay que tener en cuenta la rigidez muscular como factor de riesgo. La stiffness o rigidez muscular activa es un componente esencial para mantener una correcta estabilidad articular durante las acciones deportivas. La evidencia científica al respecto, nos dice que las mujeres tienen una menor stiffness que los hombres. Una de las causas por las que las mujeres tienen una stiffness menor, puede ser un motivo hormonal, relacionándose unos niveles altos de estrógeno con una disminución significativa de la stiffness.

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